Vaya, Larry, encantado entonces de que escribas! Construyeron una enorme sede en el puerto de Filadelfia, respetando su arquitectura de los años 30 y, desde allí, capitalizaron ese fervor global de muchos jóvenes por una estética con un pie en la nostalgia y otro en la ironía: camisas de cuadros, bolsas de tela con mensajes irónicos, tops de crochet, reproductores de vinilo a 200 dólares, cámaras polaroid a 300, equipamiento para festivales de música (de petacas a coronas de flores) y hasta cafés de especialidad que duplicaban su precio.