Su ADN era ya rojiblanco. Muy por encima de los tonos, lo que primaba en aquel momento era la calidad del tejido y ahí las prendas inglesas no tenían competidor: no desteñían y estaban forradas de felpilla. Después de jugar un partido amistoso en Bilbao en el que los futbolistas de la capital lucieron las antiguas equipaciones azules y blancas, la entidad vasca les cedió la mitad de los trajes del Southampton comprados por Elorduy, que estaban todavía sin estrenar.