Lo hizo por ocho euros de la época y abrió una ventana a lo que hasta entonces consistía en comprar una camiseta con los colores de tu equipo y decirle a tu abuela que te cosiese un escudo a mano. O vislumbrar a un musculitos embutido en una camiseta de la Juve con unos vaqueros Levi’s y un Tissot en la muñeca camino de una cita romántica en un restaurante italiano.